Un lugar que vale la pena redescubrir. Los atractivos naturales del Parque Nacional Submarino La Caleta siguen a la espera de visitantes dispuestos a explorar la riqueza de su flora y fauna marina o mojarse en las cristalinas aguas de su ‘playita’
Aunque las visitas no sean tan asiduas como en otro tiempo, La Caleta mantiene aún su más importante atractivo: la belleza y el valor ecológico del Parque Nacional Submarino que lleva su nombre y que es considerado uno de los mejores puntos de buceo del Caribe.
Precisamente esta práctica es la que aún atrae a algunos visitantes al lugar, quienes deben pagar 50 pesos como derecho para bucear en el parque. Para ello se valen de la asistencia de los denominados “capitanes” como Abraham Jiménez, quienes dirigen a las personas a los puntos de buceo en el área. “Si ellos no conocen los puntos de buceo, el capitán no hace nada con tirarlo porque el buzo no sabrá hacia dónde ir. Esto se manipula según la corriente marítima”, explica Jiménez.
Dentro de estos puntos de buceo destacan los nafragios “Capitán Alsina”, “El Limón” y el conocido “Hickory”, que fue hundido expresamente en 1986 para convertirlo en un arrecife artificial.
Paraíso natural. Pero lo que más impacta a quienes se sumergen en estas aguas es el hermoso escenario que forman los arrecifes y los peces multicolores que allí habitan en grandes cantidades .
Sumergido en una profundidad de 20 metros, el Hickory está fantásticamente cubierto de esponjas y crecimientos de corales que se observan en tonalidades de rojos, naranjas y amarillos.
El área del Parque Nacional Submarino La Caleta, el primer parque submarino de República Dominicana, tiene una profundidad máxima de 180 metros, aunque tiene diferentes niveles del fondo que sólo alcanzan entre 10 y 50 metros, en los cuales se pueden encontrar arrecifes y peces como los candiles, soldados o pez luna, que encuentran en las colonias coralinas su refugio y alimento.
Y para admirar este hermoso espectáculo sólo necesitará -si nunca antes ha buceado- la orientación de escuelas de buceo que dan sus prácticas en la misma zona.
En el parque también existe una pequeña playita que es visitada en las tardes de los fines de semana por quienes buscan darse un baño en aguas limpias y sin mucha concurrencia.
En los alrededores se improvisan humildes puestos que ofrecen “yaniqueques” y otras comidas fritas.
La historia. Para la llegada de los conquistadores en 1942, La Caleta era un importante asentamiento indígena. La zona que abarca actualmente La Caleta, con sus sectores aledaños, era conocida como Hatos del Toro y, según la tradición, era habitada por negros que se dedicaban a la pesca y la agricultura.
En el 1972, las familias que vivían alrededor de la “playita” fueron desalojadas para iniciar las excavaciones y la construcción del Museo Panteón Arqueológico y el Parque Nacional.
El Museo-Panteón y Yacimiento Arqueológico espera su rescate
El Museo Panteón y Yacimiento Arqueológico de La Caleta fue parte del atractivo de esta área protegida, pero tras su abandono la afluencia de turistas mermó. “A este parque vienen algunos turistas de vez en cuando, pero después del cierre del museo han sido muy mínimas las visitas. Seria muy fructífero que se restableciera ese museo”, dice Abraham Jiménez, uno de los ‘capitanes’ que dirige a los visitantes a los puntos de buceo.
Entre los años 1944 y 1973, en La Caleta se descubrieron objetos taínos, incluyendo un cementerio con restos humanos y otros objetos como vasijas, collares y hachas, los cuales databan de casi 800 años atrás, según expertos. Para preservar estos objetos se inauguró el Museo-Yacimiento Arqueológico en el 1974, y en ese tiempo incluyó un restaurante -que ya no existe- y un parqueo público. Pero desde hace algunos años permanece cerrado.
Aunque recientemente fueron pintadas sus paredes exteriores, con imágenes alusivas a los taínos, la situación del museo no es muy clara. Según explicó la directora del parque, Ruth Féliz, la responsabilidad sobre el museo pasó a manos del Ministerio de Cultura tras un acuerdo que hizo con el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el 2000.
No obstante, según Féliz, la institución no dio el seguimiento al museo, quedando éste prácticamente en el abandono por unos cinco o seis años, lo cual ha afectado significativamente las osamentas que allí se conservaban.
Féliz dijo que el museo está tratando de retomarse aunque es una tarea difícil por el estado que presentan las osamentas. “Las osamentas que están en proceso de destrucción porque los cangrejos que pasan y la falta de mantenimiento y abandono ha acelerado su deterioro”, apuntó Jiménez.
En ese sentido, la directora del parque aseguró que se ha iniciado un proyecto de co-manejo entre el Ministerio de Medio Ambiente y Recurso Naturales, la Fundación Reef Check y la comunidad, con el objetivo de rescatar el parque.
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