jueves, 8 de octubre de 2009

EL TURISMO Y LAS AREAS PROTEGIDAS...

Los que no quieren turistas en las áreas protegidas están despistados. Un turismo bien manejado en su seno puede contribuir a su preservación y al desarrollo económico nacional. Pero hace falta una estrategia, al vincular una cosa con la otra, que propenda al mejoramiento y cuidado de ambas.

Cubriendo un 25% del territorio nacional, nuestro Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap) está compuesto por 86 unidades. Con sus servicios ambientales y la protección que brindan a hábitats, suelos y cuencas hidrográficas, el Sinap contribuye sin duda a "la preservación del patrimonio natural y el equilibrio ecológico". Además, resguarda la biodiversidad y permite los estudios científicos y la educación ambiental.

Pero el potencial económico de algunas áreas protegidas no puede ser ignorado. Al contener recursos explotables (minerales, viento, bosques, agua, paisajes, atractivos, etc.), su uso sustentable puede redundar en beneficio de comunidades locales y del país. El turismo es uno de los usos económicos más tangibles, siempre que se haga evitando, mitigando o revertiendo los posibles impactos negativos.

Para muestra basta un botón. En el 2008, por ejemplo, de 729,043 visitantes al Sinap, unos 621,377 fueron extranjeros, lo que representa un 18% del total de visitantes extranjeros de vía aérea ese año. La visitación extranjera se concentra principalmente en el Parque Nacional del Este, Los Tres Ojos, El Estero de Montecristi, Los Haitises, los Saltos de Damajagua y la Cueva de las Maravillas, en ese orden.

Recaudaciones

Los ingresos que produce el Sinap cubren sus gastos. Pero un 90% de lo recaudado se va en salarios y sólo 32 de las 86 áreas tienen algún personal. Existe pues una enorme brecha tanto de mejor manejo como de recursos para financiar las obras de desarrollo que aumentarían la visitación (senderos, casetas de ingreso, centros de visitantes, ecolodges, baños públicos, alcantarillado, muelles, puentes, caminos de acceso, etc.).

Un estudio de la USAID (2006) sobre la sostenibilidad financiera del Sinap concluyó: "Si las áreas protegidas contaran con mejores condiciones para la visita y brindar servicios de calidad, el incremento en los niveles de ingreso podría ser significativamente superior".

Es ahí precisamente donde reside el valor del turismo para las áreas protegidas. Los ingresos que éste puede generarle contribuiría a su preservación y desarrollo, amén de que beneficiaría a remotas comunidades rurales donde impera la pobreza. Por eso es sano ver al turismo como una alternativa viable de desarrollo del Sinap.

El dorso de esa moneda es la bienhechora influencia que podría tener el Sinap, así utilizado, en la competitividad de nuestro producto turístico. La opción es clave porque la diversificación de la oferta turística es un imperativo nacional. Con turistas que cada día son más experimentados, selectivos y exigentes, no podemos seguir dependiendo solo de los resorts de playa y del "todo incluido".

Una estrategia

Hace falta entonces que las Secretarías de Turismo y Medio Ambiente elaboren una estrategia conjunta de aprovechamiento turístico de las áreas protegidas. Eso debe comenzar con un Plan Director o Maestro para todo el Sinap, lo cual no existe hasta hoy. Los 13 planes de manejo existentes no responden bien al imperativo de desarrollo turístico.

Hace tres años que esas carteras se abocaron, con el patrocinio financiero de la JICA, a elaborar el "Plan Estratégico Nacional para el Desarrollo del Ecoturismo". Pero ese plan, amén de que no aborda adecuadamente el asunto porque no se centra en el Sinap, está en un limbo impenitente por conflictos con la consultora.

Lo que se requiere ahora es que las carteras mencionadas elaboren un Plan Maestro para el desarrollo del Sinap y, a seguidas, acuerden con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco Mundial un proyecto piloto de aprovechamiento turístico de cuatro o cinco áreas protegidas. Eso se ha hecho ya con buenos resultados en una docena de países del continente.

Para posicionar al país como un destino de turismo de naturaleza, no sólo de sol y playa, se requiere admitir que las áreas protegidas son el mejor recurso con que contamos para ello. Esto así porque los recursos de naturaleza son más fácilmente explotables que los culturales.

Se requiere que Medio Ambiente y Turismo elaboren un plan maestro de desarrollo para el Sinap.
DIARIO LIBRE DIGITAL

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